Me impactó el envío del día 30 de Agosto sobre la resistencia. Siendo holandesa de pura cepa, me hicieron regresar a las condiciones que vivimos en mi patria natal durante la infame segunda guerra mundial.
Pero también recordé la solidaridad y las mútiples formas que las personas inventaban para ayudarse mutuamente a sobrevivir con esos pequeños actos. Como cuando, por ejemplo, entre todos los vecinos se convirtió la plaza de nuestro barrio en Utrecht en parcelas de huertas para plantar papas, legumbres, y un especie de acuerdo entre vecinos de diversificar las plantaciones e intercambiar los productos
caseros.
Otra forma interesante quizás para compartir. Con mis hermans/os todos los días recogíamos casa por casa los "desperdicios" de las verduras, cáscaras de papas, etc. Hacíamos una bolsa con todos estos residuos para luego llevarlos con mi papá al tambo. El tambero a cambio de la bolsa de desperdicios de verduras nos daba una o dos
botellas de leche para mi mamá y para las mamaderas de las bebas, las mellizas recién nacidas. Y así muchas otras formas de
solidaridad y de apoyo mutuo brotaron espontáneamente en el pueblo para resisitir y para sobrevivir.
Hoy en nuestro país (Argentina) se constata también que las personas y familias inventan mil formas de solidaridad y apoyo mutuo. Es uno de los dones de Dios al ser humano.
¡Qué bueno es que lo podemos destacar y socializar y destacar cada gesto de solidaridad, de hermandad sincera entre las personas!
Quizás si destacamos todos los gestos de solidaridad, nuestra tarea como cristianos en estos tremendos y decisivos tiempos actuales puede ayudar a anunciar y promover la esperanza de que es posible lograr
cambios sustanciales en las sociedad si a todos y todas nos importa cambiar las actitudes de las personas, del egoísmo y el "yosimo" que parecen reinar entre la clases gobernantes.